
Ignorante de todo, ella lanzaba preguntas al aire que no traían respuesta.
Cuando recibió la Luna se emocionó tanto que no supo como agradecer el obsequio y se sintió enormemente pequeña. Nunca le habían regalado algo tan esperado y tan bello. Guardarla entre pañuelos de seda, sin poder disfrutarla, igual no fuera una buena idea.
Poder compartirla con quien se la regaló es ahora lo que desea.
Irina (a la Luna en punto)