(Cuentos a la Luna en punto)

Datos personales

Mi foto
"Yo no tendría ningún interés en escribir si supiera de antemano lo que va a pasar en mis cuentos." Juan Carlos Onetti. "¡Qué alegría ser así dos historias en un cuento!" Jorge Guillén.

lunes, 15 de junio de 2009

La cima

Pendiente de todo lo que se podía ver mirando hacia arriba, estuvo la tarde entera escalando un monte imposible.

Como buena alpinista centraba su atención en el acantilado sin importarle demasiado lo que ocurría a uno y otro lado del muro que subía. Provista de fuertes botas y tiempo suficiente para el ascenso, trepaba con decisión por la pared rocosa hacia una cumbre que se le antojaba accesible y benévola.

Las nubes que la envolvían le impedían sospechar que, a mitad del trayecto, ante ella se alzaría un altísimo farallón vertical que se elevaba vertiginosamente hacia el cielo no permitiéndole alcanzar la meta. El camino se tornó difícil. Pensó que, antes de finalizarlo, el Sol se ocultaría. Flaquearon sus fuerzas y, como cualquier alpinista frustrado, inició un lento descenso hasta la llanura sin encontrar, a su paso, mayor problema que alguna que otra roca que el contacto de sus pies desprendía.

Pasó la noche en el valle, al abrigo de un árbol, bajo el convencimiento de volver a intentar alcanzar la cumbre en cuanto se despertara el día. Como estaba muy cansada, pronto se quedó dormida. Soñó que la montaña le hablaba animándola a subir de nuevo y le decía que, como las demás montañas, ella guardaba un secreto; descubrirlo dependía de las ganas y el entusiasmo que pusiera.

Al despertar sintió sed. El agua de su cantimplora estaba caliente. Antes de comenzar la escalada debía buscar una fuente para llenarla de agua fresca porque la necesitaría. Siguió un sendero que la conducía hacia uno de los lados de la montaña en el que el paisaje era verde. De este modo encontró la cuesta que, serpenteando la ladera, la llevó hasta la cima.

Irina (a la Luna en punto)


No hay comentarios:

Publicar un comentario